Bolivia en un momento crucial, claves para entender la encrucijada actual.
Propuesta de Guillermo Gini y Bruno Tomaselli.
PENT | Propuesta Joven es un programa de encuentros en el que participan jóvenes interesados en intercambiar ideas sobre temas cruciales para el desarrollo institucional, económico, político y social de la Argentina. Las reuniones comienzan con una breve exposición de un documento de trabajo, seguida por un debate abierto y pluralista.
Bolivia se encuentra en un punto crucial, que los desentendimientos internos, montados sobre un escenario de profunda pobreza –como destacaba Bruno- son tan grandes que parece muy difícil que no se llegue a una fractura y a la violencia.
En primer lugar, hay un quiebre ideológico entre quienes consideran al liberalismo como fuente de inspiración política y económica, y quienes se apoyan en el socialismo, a veces teñido de indigenismo. Hasta la llegada de Evo Morales al gobierno, dominó el escenario político la primera facción, y Bolivia aparecía aliada de los Estados Unidos en el ámbito internacional, mientras que su economía permanecía abierta a las inversiones extranjeras. Desde el retorno de la democracia en los ’80, fue un período de progresos en lo económico y en lo político. El sustento económico de este primer año de gobierno de Evo Morales es un efecto de la política de los años anteriores. En lo político, la reforma constitucional llevada a cabo durante el primer gobierno de Sánchez de Losada abrió las puertas a la federalización del país y aumentó la presencia de representantes de los “pueblos originarios” en el Congreso Nacional. Pero esas reformas y progresos ciertamente no fueron suficientemente fuertes ni rápidos para sacar de la pobreza a grandes porciones de la población que, movilizadas por distintas agrupaciones sociales llevaron a Evo Morales a la Presidencia. Lamentablemente, la represión de esas movilizaciones dejó un importante saldo de muertos.
Con la llegada del MAS al poder, se pusieron sobre el tapete una serie de políticas que, llevadas al extremo, son inaceptables para la oposición. Si la “Revolución Agraria” se transforma en una política de confiscaciones, si la “Nacionalización de los Hidrocarburos” se transforma en una expropiación lisa y llana, si las autonomías quedan relegadas en aras de un retorno a un crudo centralismo acaparador de los beneficios de los hidrocarburos, y si en la Asamblea Constituyente el MAS pretende imponer un modelo socialista por mayoría absoluta, sin respetar el mandato de la ley de convocatoria, es muy probable que las resistencias se traduzcan en un conflicto violento que puede terminar con la fractura del Estado boliviano.
Esa fractura podría darse siguiendo una línea geográfica muy marcada. El oriente, más llano y de clima cálido, rico en recursos naturales y en desarrollo agropecuario, pretende que en la Asamblea Constituyente se defina un régimen autonómico que le permita designar libremente sus autoridades políticas departamentales y manejar sus propios recursos económicos, incluyendo una buena parte de la renta del gas. El occidente, altiplánico y de gran amplitud térmica, mucho más pobre, habitado mayoritariamente por descendientes de los pueblos originarios, pretende mantener el centralismo político y apropiarse de la renta del gas. Es cierto que pueden encontrarse puntos intermedios en esta discusión, pero por ahora las partes no han mostrado estar dispuestas.
A todo esto se suman otros conflictos que seguramente van a dificultar el gobierno de Morales y que no tienen que ver con el enfrentamiento entre “neoliberales” y “neosocialistas”. Se trata de problemas internos del MAS, o de “pobres contra pobres” si se prefiere, que surgen de luchas entre distintos movimientos sociales insertos en el armado del partido oficialista. Esto fue claramente visible en la batalla a muerte entre los mineros de la COMIBOL y los de la FECOMIN por la mina de Huanuni. Otro ejemplo es el enfrentamiento del gobierno con los cocaleros del parque Carrasco –que tuvo un saldo de dos muertos- y de Yungas de Vandiola, mientras que se deja en libertad de acción a los cocaleros del Chapare, base sindical del Presidente.
Por último, la población se encuentra altamente movilizada y más acostumbrada a encontrar soluciones por medio de los bloqueos que por medio de las leyes. Evo Morales tampoco podrá resolver los problemas de la pobreza en Bolivia en el corto plazo y su popularidad ha descendido en forma notoria en los últimos cuatro meses. Algunos de los bloqueos que él solía dirigir ahora se han vuelto en su contra y ya ha abusado demasiado de las denuncias de conspiraciones, posibles golpes de Estado e intentos de asesinato. Prisionero de sus propias palabras, cuando toma medidas de carácter más revolucionario se encuentra con la oposición endurecida en el Senado y en la región oriental, especialmente en Santa Cruz; cuando toma medidas más moderadas, pierde el apoyo de sus seguidores más radicales.