Octubre le pone fin al bipartidismo político

EL CRONISTA- 16.08.05 - ECONOMIA Y POLITICA.

La posibilidad de que decaiga la sumatoria nacional de votos hacia el PJ y la UCR en las próximas legislativas, perforando el piso de 50%, podría marcar el fin del bipartidismo.

Tal situación tiene mayores posibilidades de escenificarse con la partición peronista, a partir de la creación del kirchnerista Frente para la Victoria, en especial en Buenos Aires.

Paradójicamente, una eventual unificación postelectoral de las diferentes vertientes del peronismo podría resultar en una hegemonía clara. Sería el caso si el panperonismo decidiera seguir a un líder común, dejando el bicefalismo actual.

Para que ello sucediera deberían confluir elementos hoy disímiles como los que siguen a Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá, Carlos Menem, Luis Patti y Aldo Rico. Hoy parece absurdo, pero no lo es tanto, si se repara en que Duhalde, Patti y Rico ya están reunificados en Buenos Aires. En rigor, siempre tuvieron un vínculo funcional.

Más aún, a esa tripleta neoduhaldista habría que sumar a los ex presidentes Menem y Rodríguez Saá, si es que sus huestes llaman a apoyar a Chiche Duhalde en octubre o trabajan a la par en el Parlamento.

Ese polo nacional-conservador sólo tendrá andamiento en caso de fracasar el plan Kirchner de obtener una "victoria digna". Pero una derrota del duhaldismo no significaría la disolución del riesgo de hegemonía. Sólo provocaría su inclinación hacia el centroizquierda.

Mientras el PJ bonaerense asocia a Patti y Rico a sus huestes, Kirchner ya logró, a través de sus operadores, que el Frente para la Victoria sume diversas vertientes progresistas también autodefinidas como peronistas, tales los casos de Francisco Barba Gutiérrez y Emilio Pérsico.

En suma, cualquiera sea el resultado, el bipartidismo clásico transcurre hacia la evanescencia. Sólo restará saber qué matiz ideológico sobrevendrá.

Lealtades en fuga

Es probable que los elementos más moderados de las vertientes PJ fuguen hacia la que se imponga en octubre. Sólo podrían quedar fuera los más duros, a izquierda o derecha, mientras sus bases electorales se amolden al nuevo esquema.

En cualquier caso, el fin del bipartidismo tiene que ver con la disolución de la UCR como opción nacional de competencia al PJ y la falta de una entidad política permanente que la reemplace ya. En la estrategia de Kirchner se promueve el crecimiento de un adversario de centroderecha liberal sin –mucho– contacto con el PJ.

No será posible la instalación de ese nuevo bipartidismo en octubre; y sí es más probable comprobar el fin del anterior –ver cuadro–, con el radicalismo como protagonista.

La fluidez de la política argentina tras el estrépito de 2001 se expresa con claridad en La nueva política de partidos en la Argentina, de Ernesto Calvo y Marcelo Escolar (Prometeo, 2005). Bajo el ala de la Fundación PENT, los investigadores refieren que "la imagen de un sistema político bipartidista representando a dos electorados claramente definidos ha ido resquebrajándose en los últimos veinte años".

Los autores escudriñan a fondo en las transferencias de votos entre partidos, más amplias de lo que suponen las estrecheces dirigenciales. Dicen que "el sistema de partidos tiene en la actualidad poco en común con aquel bipartidismo que alimentó en 1985 las fantasías alfonsinistas de un tercer movimiento histórico".

Por ÁNGEL CORAGGIO Buenos Aires
El Cronista