Qué se puede esperar de la Cumbre de las Américas
EL CRONISTA- 28.09.05 - TRIBUNA
Por JUAN PEDRO BRANDI
Si el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, duerme en el portaaviones o en un hotel marplatense, si se finaliza tal o cual refacción edilicia, si censamos estos o aquellos ciudadanos, parecerían ser los temas que afloran de los preparativos para la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Sin embargo, más allá de la crónica, varios organismos del Estado nacional están pensando y trabajando sobre la temática de la cumbre presidencial. La Secretaría de Relaciones Exteriores y la Subsecretaría de Política Latinoamericana de la Cancillería, los Foros para la participación de la sociedad civil – algunos exitosos como el de jóvenes de las Américas – el ministerio de Trabajo y Previsión, entre otros, están elaborando y definiendo criterios para nutrir el aporte argentino. A pesar de esto, no queda clara aún una postura unívoca sobre lo que espera la Argentina del desarrollo del evento continental.
El lema propuesto por el país anfitrión es: "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática". Es decir se plantea una herramienta o medio para obtener dos fines. Resulta entendible que la Argentina, a fin de tomar la posta de la continuidad del proceso de las cumbres, haya propuesto al trabajo como eje rector del evento. Sin lugar a duda, la problemática del mundo laboral representa y representó el principal tema de la agenda nacional. Ahora bien, dicho lema conlleva una impronta doméstica muy marcada; por eso, la circunstancia del empleo (y la falta del mismo), las instituciones que rigen el mundo laboral, y la naturaleza del empleo y desempleo tienen una fuerte dosis idiosincrásica. Sólo en debates donde la faceta multilateral gana terreno –como las discriminaciones laborales o la migración internacional– se percibe un pleno aprovechamiento del lema sostenido en el nivel continental.
Independientemente de la declaración final, impregnada de retórica laboral, la Cumbre presenta dos diáfanos desafíos para la región y el país.
El primero de ellos, se circunscribe al problema de gobernabilidad democrática. El derrocamiento de presidente de Ecuador, la persistente inestabilidad boliviana, Haití, el escándalo de la corrupción de Brasil, etc., son algunos de los ejemplos de la resonancia de esta materia. En este sentido, en el hemisferio se discute la promoción de valores políticos comunes con el propósito de fomentar la democracia y la gobernabilidad. Meses atrás, en las negociaciones en torno a la Declaración de Florida de la XXXV Asamblea General de la OEA, quedaron al descubierto discrepancias en cuanto a la implementación y la articulación de medidas concretas para hacer cumplir la Carta Democrática Interamericana. ¿Qué visión guiará a la postura argentina? En el resultante trade off entre las opiniones que propiciaban una mayor injerencia de la OEA y los que pregonaban una fuerte adhesión al principio de no intervención ¿dónde se situará nuestro gobierno?
El segundo gran interrogante es respecto del proceso de integración comercial. El contexto es por demás desolador. El letargo del ALCA define a la cumbre marplatense como la primera con el cronograma vencido sobre la fecha de entrada en vigor original. La posibilidad de un escenario con un ALCA a la carta y de baja intensidad comercial, se torna cada vez más probable. La táctica norteamericana de negociar tratados comerciales bilaterales o regionales dentro del esquema ALCA, la perdurabilidad de Brasil en cuanto a la incorporación de capítulos centrales en el acceso a los mercados y la superposición con otras negociaciones comerciales, torna cada vez más factible la constitución de un acuerdo comercial hemisférico con mucha menos carne que la pensada hace una década. Dado que se supone lograr un acuerdo para salvar la cara ¿Cuál será nuestro aporte? ¿Se omitirá el tema o se propondrá alguna alternativa?
Estas cuestiones nos ayudarán a reflexionar y a pensar si la cuarta edición del evento continental será un importante momento para avanzar en forma concreta y mensurable en acciones que fomenten la gobernabilidad democrática y la integración comercial, o bien, si será un irrelevante mitin adobado por lúdicas declaraciones públicas por parte sus participantes.