Espíritus Inquietos
LA NACIÓN, 14 noviembre de 2004
John Maynard Keynes, economista de cabecera de Néstor Kirchner, escribió en su "Teoría general" que muchas decisiones para hacer cosas positivas dependen más de un optimismo espontáneo que de expectativas matemáticas. El lo llamó animal spirits. En la Argentina, esos "espíritus animales" comenzaron a despertar con la recuperación económica, pero ahora corren el riesgo de desvanecerse si continúa aumentando el malhumor de grandes empresarios acerca de la política y la inseguridad.
Uno de los economistas amigos del Gobierno reconoce que empresarios de sectores como el textil, el celulósico-papelero y el metalmecánico le han expresado en el último mes su inquietud real por la delincuencia, la violencia en protestas piqueteras y el ruidoso despido de Gustavo Beliz del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.
Muchos empresarios siempre han llamado la atención por la inseguridad, pero este comentario no había sido hasta ahora tan relevante como para incidir en el proceso de inversión. No se han frenado proyectos en marcha, ni el campo ni las pymes han dejado de ser el motor inversor; pero en Buenos Aires, donde la inseguridad y los piquetes se sienten más, algunos ejecutivos optaron por demorar sus planes de expansión, según el economista citado.
"El Gobierno aún no reacciona", agregó el analista, y citó como ejemplo el plantón del Presidente a una de las principales empresarias del mundo, Carly Fiorina, máxima ejecutiva de Hewlett-Packard, del sector tecnológico, presunta prioridad del Ejecutivo.
Todavía no es tiempo de dramatizar. El director de uno de los principales grupos nacionales afirmó que se repiten muchas quejas contra el Gobierno, pero con pocas consecuencias. "Hay más demanda interna y externa, buenos precios", argumentó.
"Lo que hay es preocupación por el tema político, por el aislamiento del Presidente respecto de su partido y la sensación de violencia, pero todo esto no está impactando en la inversión", observó un directivo de una de las corporaciones que más creció en los 90. De todos modos, en la agenda empresarial figuran más estas cuestiones que la demorada tercera revisión del acuerdo con el FMI, la creciente pelea del Gobierno con los acreedores (de hecho, no se descarta que el Gobierno termine aceptando un pago en efectivo para cerrar un acuerdo) o la presión inflacionaria, fruto de empresarios que quieren recuperar márgenes aprovechando la mayor demanda, sin reparar en las consecuencias negativas, como la caída del consumo o la recuperación de la competencia importada.
Un reciente informe de la Fundación Pent escrito por Pablo Gerchunoff y Horacio Aguirre destaca el fuerte crecimiento de la inversión, pero alerta sobre su insuficiencia. Se pregunta si este proceso se parece al del "milagro" chileno, con nuevos actores empresariales y sociales, y responde que hoy apuestan quienes "tienen proyectos orientados a la producción de bienes transables, que no implican altos compromisos de capital, o ya cuentan con un grado significativo de capital hundido: típicamente, el sector agropecuario y muchas pymes, algunas de las cuales son de reciente nacimiento".
Aparecen, pero escasean, grandes proyectos. Sin la gran inversión, según Gerchunoff y Aguirre, habría peligro de noampliar la capacidad productiva, lo que derivaría en una insuficiencia de exportaciones, una recesión de mediano plazo y una caída de inversiones en todos los sectores. El estudio dice que, para estimular los espíritus del gran capital, se necesitan la salida del default, la continuidad de políticas fiscales, monetarias y de tipo de cambio alto, y reglas de juego claras.
Por Alejandro Rebbosio
Para LA NACION